Questa cittá

Cada ciudad tiene una rutina que le es propia.
Es a la vez su carga, su desatino; su marca de identidad,
como lo son las arrugas que el tiempo deja en el rostro de una mujer maltratada, pero aún hermosa;

Hay un cierto encanto irresistible en los peligros que reptan bajo sus puentes;
en las putas ajadas que en cada esquina,
pelean voraces por las escasas monedas de los condenados sedientos...
Una belleza particular en las mieles de la abstinencia y la paranoia.

Y es quizá este desvarío patológico el que mas atrae a los que añoramos morir,
agonizar en silencio "Por cortesía", a la mitad de sus calles rotas y sanguinolentas.

Con su viento, sus amaneceres violentos, sus atardeceres perfumados con smog,
con Superman que pide limosna en la avenida, con el hambre, el ayuno,
sus aviones y sus catedrales cercadas por el aluminio azaroso...
con sus poetas marchitos, y sus catadores de aire, con tito muerto y espabilado...
es esta, esta ciudad en la que escribo.

Sariel Rofocale

in exilius, in to the battle we ride...