Solitudine

Hola soledad, hola tiniebla…
Entre murallas de furia y campanillas de muerte, hola soledad, entre el tumulto y el ruido, entre el polvo y la risa… Hola soledad, que me agobias el alma, y arrancas a tiras lo que queda de mi piel…
Hola soledad entre el humo que vuelve a mi vida con su consonante hueca… Calles azules y silencios reventados de pesares…
Hola soledad y tristeza, oculta, desaparecida entre la niebla de cigarrillos, humo, humo, ¡Dadme más humo! Que quiero que mi pecho explote en un gargarismo de rabia.
Hola, soledad, en esta infame cabalgata al averno, mi compañera, mi amada, mi razón de ser, de la muerte hermana…
Que llevas al fracaso mi voluntad enferma, perfumada con veneno y auspiciada por el alcohol, sahumerios de vodka barata y hierba del diablo…
Hola soledad, siniestra asesina, paciente ejecutora de los mandatos del destino, dormida secuaz del tedio, apagada mercenaria de los llantos y las penas… Hola soledad, horrible estatua sonora, cuya canción no me mata, pero hiere, y me transforma, poco a poco, en sanguinaria bestia, en paciente engendro que hambriento, espera con ansia el momento de beber de nuevo sangre (Culpable o inocente, no importa)…
Hola soledad, que me demuestras, entre el ensordecedor rugido del rebaño, que en verdad soy lobo sediento, que extraña su piel de oveja…

Sariel Rofocale